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viernes, 31 de diciembre de 2010

* Preguntas a papá (Decepción prematura)


Llegó el domingo.

El niño acompaña a papá a ver el beisbol.

El papá le dice al niño que el campo al que acaban de llegar es histórico, que ahí han jugado las más grandes glorias de la ciudad.

Al niño le gusta el beisbol, lo apasiona, quiere jugar en las categorías infantiles de la liga y sueña con ascender hasta llegar a la división mayor, donde están los mejores peloteros amateurs de la ciudad.

Empieza el juego y el niño, ajustándose la gorra, se emociona con las primeras acciones.

Luego surgen los problemas en el terreno de juego y el niño le pregunta al papá por qué uno de los equipos protesta y se dirige con groserías al ampayer, mientras acusan a un integrante del equipo rival de formar parte de la directiva y de influir en las decisiones del juez.

El papá le explica que son cosas del beisbol, que la pasión forma parte del deporte.

El niño, pensativo, sigue observando el encuentro y le pregunta al papá si ser jugador de un equipo y formar parte de la directiva puede considerarse una trampa.

El papá le contesta que tal vez la palabra trampa sería drástica, pero sí podría considerarse conflicto de intereses.

El niño insiste y le pregunta al papá si es anti deportivo que los jugadores de un equipo se dirijan con groserías al ampayer.

El papá le contesta que sí, pero le dice que eso es parte del beisbol, “le pone sabor al juego”.

El niño y el papá se retiran del campo cuando terminan las acciones y al otro día revisan el periódico para ver las imágenes y leer la crónica del juego.

El niño avienta al suelo el resto de las secciones y se va directamente a la deportiva, donde lee que los jugadores que insultaban al ampayer quieren abandonar la liga en pleno torneo –con todo y equipo– porque se enojaron tras la derrota.

Después, el niño se entera de que, con la salida de ese equipo, el torneo queda reducido a tres competidores, incluido el plantel al que protestaban porque uno de sus jugadores es directivo de la liga.

El niño también lee que en otra liga de la ciudad pasa lo mismo, con un directivo que patrocina y juega en un equipo.

El niño estaba por preguntarle a su papá si las noticias que recién había leído atentaban contra el espíritu del deporte, pero mejor se abstuvo de hacerlo porque imaginó la respuesta que escucharía.

El domingo por la mañana, el niño y el papá desayunaron juntos, antes de salir.
Al terminar, el papá le dijo al niño que se pusiera su gorra, “vamos al beisbol”.

El niño le dijo, no papá, qué te parece si mejor nos quedamos a ver el futbol en la tele.

PD : Adultos, pongamos el ejemplo en los campos de beisbol.

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